Tal vez el Circo Price de Madrid sea el más representativo de cuanto queremos explicar al referirnos al circo en el franquismo, pues en este espectáculo existió auténtico centralismo, dependiendo mucho Barcelona de las empresas de Madrid y aún más los circos viajeros. En este circo se contrataban los principales números y se formaban las compañías que actuaban en los pocos locales fijos que ya entonces quedaban, y el Circo Price, a veces con nombre distinto, actuaba en tournée por toda España, con incursión autorizada a Portugal. (...) Era uan mezcla de circo y variedades, diálogos cómicos y actuaciones musicales, muy apropiado para un público bondadoso que llenaba la sala de la plaza del Rey y que no protestaba cuando al domador Dola se le repetía, programa tras programa, con este nombre o se cambiaba por el de D. Georgevich o se ponía el atractivo reclamo de Los Leones de Abisinia. Se trataba, por cierto, de un gitano que actuaba instalando su jaula y sus famélicos leones por las plazas de los pueblos y que Juan Carcellé, mejorando su presentación mantuvo en cartel durante varios años.
Una misma troupe de saltadores árabes, unas veces se llamaban Los Timenon y otras Los tigres del desierto y las focas del Capitán Guerre, se convertían en Los leones marinos. Los artistas del circo se repetían, aparecían nuevas figuras de la canción española o del baile flamenco, y todos tan contentos.
Recordemos, para la pequeña historia de la época, que un artista, perteneciente a un trío de artistas -los Fred Willis- que hacían un poco de todo, cantó allí por primera vez en castellano, una canción titulada Lilí Marlen, acompañado por la orquesta de Manolo Bel y sus muchachos. Eran los primeros tiempos de la Segunda Guerra Mundial. En los cines españoles, el noticiero UFA sorprendía con el lanzamiento en paracídas dle ejército alemán, sobre las tierras de la ieja Europa. Zamarriego, el hombre pájaro, se tiraba en paracaídas dentro de los circos, o al aire libre, con verdadero riesgo, pues el artefacto se abría a pocos metros del suelo, por lo que le modesto artista español -su número consistía en el lanzamiento- sufrió repetidos accidentes. En la plaza de toros de Madrid actuaba una banda de música del ejército alemán y el lugarteniente del Führer ,Heinrich Himmler, pasaba revista a la policía armada en la puerta del Sol. Un cómico del circo que se anucnaba Nazi tuvo que cambiar su nomre por el de Lizam.
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