sábado, 6 de octubre de 2012

El gran inquisidor

El Castillo de San Jorge recibirá al 'Gran inquisidor'

 
Excéntrica Producciones llevará desde el 20 de septiembre al 7 de Octubre la presentación de "El gran inquisidor", cuento incluido dentro de Los Hermanos Karamazov, obra maestra del novelista ruso Fiódor Dostoievski, dirigida por Juan Carlos Malpeli y protagonizada por Gregor Acuña, que se representará en el Castillo de San Jorge de Triana hasta el 7 de octubre. "Es una oportunidad bestial montar esta obra en el lugar exacto en el que el escritor ruso situó la acción original cuando la escribió hace ahora más de 100 años", aseguró ayer el principal actor de la compañía.
 
Lugar : Castillo de San Jorge de Triana, Sevilla.
Museo de la Tolerancia, bajos del Mercado de Abastos de Triana.
Además, añadió, "hacer en el castillo de la Inquisición este monólogo del escritor ruso es algo muy sabroso, como que vuelve el inquisidor a Sevilla, y eso es algo muy llamativo", dijo. La obra cuenta una historia que transcurre en Sevilla durante los tiempos más terribles del Santo Oficio. Jesucristo habría regresado a la tierra para ser apresado y acusado de hereje.
El gran inquisidor, Fernando de Valdés, se enfrentará a solas en las mazmorras del Castillo de San Jorge de Triana al silencio del reo. "Esta obra plantea algo que la mayoría de los cristianos se habrán planteado alguna vez: ¿Qué pensaría Jesús, si volviese hoy, sobre el poderoso imperio que la iglesia ha levantado en su nombre?", se pregunta el actor. Al respecto de lo cual, Acuña afirma que "es una función muy difícil, pero a la vez muy gratificante al sentirme un poquito más útil, porque también es importante hacer reflexionar al público".
En el pasado, "destacadas personalidades del teatro como Klaus Kinski, George Tabori, Peter Brook y Patriche Chereau se han interesado por el texto, al descubrir su fuerza y su actualidad", expica el director del montaje, Juan Carlos Malpeli: "Con El gran inquisidor queremos homenajear a todos los seres que tratan, con todas sus fuerzas, de mantener su libertad".
Las funciones, un total de doce, tendrán lugar de jueves a domingo, y se representarán en la que fue la casa del primer inquisidor, un espacio con un aforo para unas 50 personas, por lo que "va a ser una cosa muy exquisita y muy especial, muy de poner la piel de gallina".

 
Despojado de efectos de luces o espacio sonoro alguno, Gregor Acuña desarrolla su monólogo -articulado principalmente sobre las tres tentaciones de Cristo- en un territorio ritual y envuelto en ceremonia e incienso. La pieza se basa en el cuento que Dostoievsky incluyó en su obra Los hermanos Karamazov. Asistimos a las cavilaciones o incertidumbres, según el prisma que el espectador seleccione, que oscilan entre la expiación y la ira, la purga y la ironía, la acusación y el desafío, el silencio y el sermón, la interrogante y la aseveración. La hipótesis reza en la intención del texto: Si Él hubiera vuelto, ¿qué le rebatiríamos? ¿qué se encontraría? ¿cómo nos encontraría gobernando el mundo in nomine patris et filii?
Esta tribulación se desarrolla en las mazmorras del Castillo de San Jorge, sede de la Santa Inquisición en esta ciudad de Sevilla, tal y como ideó el autor ruso para su obra maestra. Para ello, Acuña cuenta con la suerte de que el escenario de la Sala Fundición le muestra el lienzo de la antigua muralla almohade hispalense. Dicho fondo escénico le ayuda y protege para crear dicho clima litúrgico. Velas e incienso hacen el resto. No obstante, se echa en falta instantes de puro nervio en la aflicción de este gran inquisidor que se debate en su tormento con Cristo-reo junto a él. El tono, a veces exhortativo, a veces algo afectado, hace que el recorrido del monólogo no despegue y la agonía del sacerdote quede en su habitáculo y no fustigando a la audiencia como era de esperar.
Inquieta el testamento que nos deja el autor ruso y que Acuña nos lo recuerda: Los demás que son débiles, ¿no son a tus ojos sino viles instrumentos en manos de los grandes? Nosotros amamos a esos pobres seres que acabaran, a pesar de su condición viciosa y rebelde, por dejarse dominar. Nos admirarán, seremos sus dioses.
Sorprende que Dostoievski -quien siempre se acompañaba del Evangelio de San Juan- se refugiara en Cristo cuando fue en su día condenado a muerte y exclamó que el día de su muerte él estaría con Cristo. Así pues, tras ver este montaje, me asalta la duda unamuniana: ¿Acuña nos aconseja lo que predicaba el autor o más bien se propone una sacudida en estos tiempos de fe quebrada? Benedícite.
 
Fuente: Masteatro.com

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