martes, 9 de junio de 2015

El circo en el franquismo III

El circo en el franquismo III

Por José Mario Armero
Abogado y periodista




Historia 16
Año IX-Nº 103- NOV. 1984

Mari Carmen y Mariola, nietas de Franco, 
con el payaso Abelardini.


Circo y política

(...) Miedo a no cumplir las reglas impuestas por la Dirección General de Seguridad sí tenía Juan Carcellé, pues por haberse extralimitado en la hora d terminación del espectáculo, servicios de Falange Española Tradicionalista le llevaron una noche a alguna de sus dependencias, le cortaron el pelo al cero y le obligaron a tomarse aceite de ricino. Eran costumbres de la época, que sirvieron para que Juan Carcellé reverenciase a una persona bastante siniestra como era el director general de Seguidad, Francisco Rodríguez -un personaje que merece ser estudiado-, y cumpliera por lo menos con con dos acontecimientos anuales: El día de los Pobres y la Fiesta de los Caballero Mutilados.



Los artistas del Price, reforzados por otros procedentes de otros teatros,, montaban un espectáculo que - debidamente autorizado- duraba hasta altas horas de la madrugada. Asistían las grandes personalidades de la política y se conseguía un dinero para organizar, días después la comida de los pobres. Esta comida se celebraba en los pasillos del Circo Price y las damas de la alta aristocracia -de la política o de la sangre, no creemos que de la inteligencia- servían a los pobres sentados en largas mesas. Algunas vez asistió doña Carmen Polo de Franco.

El general Franco nunca estuvo en el circo, pero su esposa asistió anualmente al festival de los mutilados de guerra; de los vencedores, claro está. El general José Millán Astray era muy aficionado al circo y acudía muchas veces a ver el programa, acompañado de legionarios vestidos con atuendos cercanos a la mascarada. 

Así se establecieron las relaciones con Juan Carcellé, que dedicaba un programa anual, aumentado también con otros números, a obtener fondos para los heridos de la guerra civil. En una de aquellas funciones declamó una poesía patriótica el actor de cine Roberto Rey y en la misma función los espectadores aplaudieron mucho el equilibrista Castilla, que tenía sólo una pierna, y que actuaba sobre un pedestal. 

Una vez, se retrasaba la función porque la señora -como se decía- no había llegado. El regidor de pista Francisco Zafra hizo alusión a la posibilidad de comenzar el espectáculo sin esperar a la egregia personalidad. El general Millán Astray montó en cólera y dio unas instrucciones a los legionarios que le acompañaban, con los fusiles en las manos, suficientes para que el bueno de Zafra huyera despavorido. 

El domador de caballos y toros Arturo Manzano, artista español célebre en los circos del mundo, era hijo de un militar, conocido del general Franco, y doña Carmen Polo le saludó en nombre de su esposo en una de las funciones de los mutilados.

La actuación de Castilla en el festival de homenaje a los mutilados del ejército vencedor era una prueba de la indiferencia, en la mayor parte de los casos, del artista de circo ante el fenómeno político. En un programa del Gran Circo Nacional, Compañía Socializada de Grandes Atracciones Internacionales, figuraban los Castilla. Actuaban en la zona republicana, durante la guerra civil. En el programa se lee lo siguiente: Esta compañía tiene a bien entregar un 25 por 100 de su ingreso bruto en taquilla a beneficio de las milicias antifranquistas. Ramón Castilla había perdido su pierna en accidente laboral cuando trabajaba en el Palacio de Comunicaciones de Madrid; pero ya antes de la guerra civil se anunciaba como el artista mutilado de la guerra de África. La pierna perdida por el artista Castilla ofrece reflexiones cercanas al humor negro. 

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